lunes, diciembre 11, 2006

la lengua no es nuestra

Ayer, antes de acostarme sentí el lenguaje de lleno. Hablando con un amigo, o con mi novia usamos algo que es ajeno a los dos. Usamos palabras, que nosotros no las creamos, ni nuestros familiares. Si me equivocara de palabra ni siquiera la persona más amada por mí y con la que mejor me entiendo, pondría cara de pocos amigos, porque habría llegado el momento en que no me conoce más. Si dijera silla en vez de mesa, por ejemplo, mi mensaje no le llegaría claro y entonces ya no seríamos amigos. Usamos palabras que pertenecen a todos, y si digo todos es la globalidad del mundo. Sería como eso que afirmaba Carl Jung, el psicólogo que se separó del pensamiento del gran Freud. El hablaba de una consciencia colectiva, pero ella es más profunda de lo que pensamos. O sea, aunque la ciencia diga que cada uno tiene unos genes distintos, somos la misma persona, estamos fuertemente emparentados. Incluso los que hablan chino, o coreano son tan españoles como nosotros. Ellos hablan otra lengua que nadie creó, nació hace miles de años.
Volviendo a lo anterior de la amistad. Si en vez de una palabra te confundes y dices otra, entonces ese amigo o amiga tan amado/a ya estará muy lejos de ti. Nos une en la amistad sólo el lenguaje humano. Es curioso, estamos hechos de lengua. Nuestro único lazo para llevarnos bien es la palabra. Podría sentir del todo la frase "te amo", pero si nunca la pronuncio a mi novia ella pensará que no la amo. Y sin embargo puedo sentir esa frase tan dentro de mí, tan profunda que incluso haya nacido con ella. Pero si no la pronuncio ese lazo de unión con ella se romperá. Entonces dependemos de la lengua. ¡qué frágiles somos! la diferencia entre el amor y el odio está en una sola palabra...
Pero la lengua, desde el momento que la hablo también es mía, tan mía como es el chino, rumano, etc, aunque no las hable todas. Pasa por mi el español, siento cada palabra rozando mi consciencia. Y me cambia el lenguaje, somos lenguaje. No debo buscar su naturaleza fuera sino dentro, en lo que siento cuando hablo una lengua. Las palabras, desde el momento que las pronuncio ya son creaciones mías, con ellas tendre que adentrarme en mi alma. Las palabras deben llevarnos al fondo de la vida, pues todo es a base de ellas.
Me sorprendí ayer al ver que incluso amando mucho a mi novia, un fallo en una palabra puede ser fatal, nuestra forma de comunicación no es mejor que la de una hormiga por ejemplo. Nos la damos de que somos los mejores, pero cualquier animal tiene lenguajes que comunican mejor las sensaciones. El nuestro es uno mas del reino animal.
Tengo ganas de visitar un zoo o ver animales. Es algo ya vital, los amo. Ya comprendo porque esa mujer americana se fue a vivir con los orangutanes. Todos los seres vivos nos enseñan a vivir, son parte de la creacion, vinieron con nosotros. Recuerdo un orangutan en el zoo de Madrid, que al mirarlo golpeaba la pared de cristal. Uno siente menos miedo ante un mono gigante que ante un ser humano con los ojos encendidos en furia.
Vuelvo sobre el mundo animal en libros y en búsquedas por la red. Me adentro de lleno en las aves, y en mi escritorio del ordenador pongo de vez en cuando una foto de algún pájaro encontrada en internet y le apunto el nombre. Así lo veré cada día al encender el ordenador y podré aprenderme muchos. Lo mejor que nos puede haber pasado es tener los animales poblando el planeta, signos claros de vida, historia de nuestro pasado. Empecé con el herrerillo común, y hasta me aprendí su nombre científico.

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